Javier Sanmiguel | Un año de trabajo

Javier Sanmiguel |  Un año de trabajo

Se cumple poco más de un año de las elecciones municipales y ya podemos hacer una valoración de nuestro trabajo en el Ayuntamiento.

Primero, la actitud. Es evidente que la distancia política que tenemos con el Partido Popular es inmensa. Como buen partido de derechas, tiene una actitud conservadora y autoritaria que hace muy difícil siquiera el diálogo. Pero la situación es la que es y nos toca esforzarnos más para conseguir menos. Aun así, siempre mostramos un talante dialogante y constructivo para arañar todo lo posible en beneficio de una ciudad más progresista, justa y solidaria.

Segundo, el consenso. La difícil situación que hemos – estamos – pasando por causas de   la pandemia que asola el mundo ha requerido que mostremos nuestra mayor capacidad de diálogo y que hayamos conseguido el consenso para impulsar un plan económico- social que atenúe en lo posible el impacto económico el Covid19 con ayudas a las familias, autónomos y empresas tricantinas.

Tercero, los éxitos. Hasta que llegamos nosotros, a nadie se le había ocurrido nunca que debemos reconvertir Tres Cantos en una ciudad verde. Por eso, hemos trabajado y conseguido el acuerdo para que solo consumamos energía verde y se implanten contenedores orgánicos. Porque tenemos claro que el futuro será verde o no será.

Cuarto, la revolución. Tenemos el dudoso honor de que tres de nuestras principales propuestas hayan sido vetadas. No decimos que no se hayan aprobado, decimos que el gobierno ha sacado el músculo de su mayoría absoluta y no ha permitido el debate. Las propuestas censuradas son, por ejemplo, crear un transporte público gratuito y verde o invertir parte de nuestro superávit en implantar un servicio de urgencias municipal mientras esté cerrado el del Centro de Salud. No parecen ideas tan revolucionarias, ¿no? Bueno, o sí.

Quinto, el control. Tan peligrosas como nuestras propuestas se consideran nuestras preguntas de control al gobierno. Como representantes electos, tenemos el derecho y el deber de interpelar al gobierno en los plenos municipales sobre sus actuaciones. Para variar, nos atrevemos a preguntar asuntos que nadie se atreve y el resultado es que nuestro alcalde las censura, no vaya a ser que se enteren las ciudadanas y ciudadanos que las cosas no van tan bien.

No hemos venido a pasear, hemos venido a cambiar las cosas y a servir a las tricantinas y tricantinos, lo que significa que solo nos importa su bienestar, sin otros intereses ni politiqueos estériles. Seguiremos siendo razonables, pero nunca ser dóciles.